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Cali, Valle del Cauca, Colombia
Estudiante de 8o semestre de Lic. en Eduación básica con énfasis en Ciencias Sociales, Fundación Universitaria Católica Lumen Gentim. Asesora pedagógica del Programa Aprendizajes Básicos, Cali. Herramientas & Gestión (Bogotá). 25 años.

viernes, 8 de mayo de 2009

Dinosaurios... ¿sin extinción?


A veces, es inevitable pasar por un aula especifica de alguna institución (ya sea en la que laboramos regularmente o porque simplemente trabajamos hora catedrática) y pensar para nuestros adentros “ese profesor que esta haciendo con esos niños” y hasta en casos extremos como me ha sucedido a mi “ si tuviera hijos, nunca se los soltaría” tan solo porque al pasar, vemos a todos los niños como regañados, como dicen por ahí en el pueblo “acoscambados”, con carita de aburridos mirando para el tablero, mientras el “profe” esta de espaldas llenando el tablero con lo que esta transcribiendo del libro texto de hace mil años. Los niños no pueden preguntar ni por que ni para que, solo tienen derecho a escribir. Otras veces, se paran y hablan horas de lo que esta en el libro y piden que se lo aprendan de memoria; son completamente cerrados a trabajar un nuevo método de trabajo y sus estudiantes no pueden ni hablar, ni correr, ni gritar, ni comer en el salón y mucho menos ir al baño. Solo ellos tienen el poder subyugador y nadie mas sabe. No hay espacio para contar experiencias ni mucho menos lo que paso en el programa de “muñequitos” de la tarde o la mañana anterior y mucho menos para jugar… en la escuela tradicional, el juego queda relegado para las horas de recreo y eso (si es que los profesores los dejan ser felices o el tinto esta muy bueno en la sala de profesores) pero en la clase no se puede jugar y es considerado pecado.

Yo les digo de cariño (sin ofender a nadie por supuesto y si alguien aquí se siente aludido, no es mi intención) los “profes dinosaurios” que si se les pierde el cuaderno amarillo quedan locos y si dan la clase de educación física, se ponen la mejor “pinta” (lo vi en una de las escuelas donde tengo el Programa que asesoro y de echo los niños le llaman “el mago Merlín” imagínense por que).  No hay nada mejor que indagar a los niños, ellos son los mejores asesores en temas de educación, saben mas que uno, lo que no saben se lo inventan, y dicen las cosas tal y como son… sino pregunten de vez en cuando sobre la clase de algún docente en particular y como les parece; no se harán esperar los comentarios. Cuando hago eso e indago a los niños sobre algunos de los profesores del Programa, me escapo de dos cosas: una de morirme de la risa o la otra de hacer PLOP como hace Condorito. Aunque uno no lo crea, son ellos mismos los dueños sus ganas de aprender y que querer aprender… para eso van a la escuela; se supone que la escuela debería ser el sitio mas divertido de todos,  que aprender no debería ser un lastre y además que los conocimientos trasmitidos sirvan de algo para algo y no lo que el profesor diga. Desgraciadamente es todo lo contrario, es lo que el profesor diga, como el lo diga, como lo diga cuaderno planeador, y solo lo que el sabe es valido. Entonces cuando vemos  tanto niño desescolarizado nos aterramos y decimos ¿Por qué? Pero no nos miramos a nosotros mismos y a nuestra labor realizada día a día, donde la gran mayoría de las veces, contribuimos a la deserción.

Las clase magistrales deberían desaparecer y el docente “sabelotodo” también… deberían extinguirse y darle paso a nuevas estrategias de aprendizaje. Darles la oportunidad a los niños de ser los propios y principales actores activos en su educación y no relegarlos a ser los pasivos. Sobretodo, darles la opción de que decidan sobre que quieren saber y darle prioridad a su curiosidad que no descansa y partir de esta para trabajar temas de interés en las clases en base a sus contextos y experiencias significativas para ellos.

Lo mejor que uno puede hacer en clase son dos cosas para garantizar un aprendizaje autónomo y realizar un acompañamiento dirigido de ese proceso que cada niño esta realizando y es primero que todo darles toda la libertad de decisión, enseñarles a respetar opiniones y responsabilidad y en el momento de trasmitir algún conocimiento necesario y particular, que sea un conocimiento donde este claramente definido varias preguntas: el por que, para que, para quien, como, cuando y donde, es decir, que el conocimiento tenga un soporte valido en la vida cotidiana para no enseñar cosas descontextualizadas y sin sentido ni relevancia. Lo mejor y lo mas importante es eso: LA FUNCIÓN que tiene ese conocimiento y el ejemplo mas claro de eso es por ejemplo el enseñar a escribir; cuando un niño de primero esta comenzando a escribir sus primeras letras y esta consolidando su código alfabético, lo peor es llenarlo de planas; las planas no tienen ningún sentido ni función (solo el de aburrir) y esta demostrado porque los tres primeros renglones son muy lindos pero de ahí para abajo ya no se entiende nada. Pero si le demostramos a ese niño que esta comenzando a interesarse por el mundo de las letras, que escribir es divertido y que tiene funciones especificas, se va a divertir mas escribiendo con una función y un sentido a su manera aunque esta manera sea todavía con bolitas o palitos y hasta con regueros de letras sin consistencia alguna. En la vida, estamos rodeados de letras y las utilizamos siempre para comunicar ideas de manera escrita ya sean pensamientos o ideas y los plasmamos en lo que denominamos “patrones culturales” que son los mensajes, las cartas, tarjetas, circulares, afiches, recetas, periódicos, mapas, etc. y tienen unas funciones especificas y un destinatario definido con anterioridad al cual si le escribimos algo conciso como en el caso de una carta, vamos a recibir una respuesta; eso es enseñar con sentido y lo mas importante, es que el niño lo esta experimentando solo ya que es solo el, el que elabora la carta, la receta o el mensaje según sus conocimientos, ideas y sentimientos sin que el profesor lo obligue a escribir lo que este quiere que escriban. En este caso, el docente solo acompaña el proceso y da las pautas para iniciar la construcción del conocimiento y es el estudiante el que decide como hacerlo.

A veces es mas el temor, de que la clase se nos salga de las manos y que de pronto corremos con el riesgo de quedar amarrados en el puesto si los dejamos trabajar solos, pero si los niños están completamente absortos en su propio mundo de ideas y expectativas, créanme que eso no va a ocurrir… y mejor aun si mezclamos la autonomía del trabajo dirigido con el poder dinamizador que posee el juego. El juego es la herramienta estratégica número uno para despertar interés y propiciar el mejor aprestamiento y sirve como puente conector entre la enseñanza y el aprendizaje porque ¿Qué niño se cansa de jugar?

miércoles, 29 de abril de 2009

La Ch y la F


Para mí, como persona, ser humano y sobretodo, docente en formación, no hay nada mas maravilloso y enriquecedor que escribir sobre experiencias vividas durante el ejercicio de la profesión que estoy construyendo. El poder hablar, escribir y compartir sobre mis vivencias, anécdotas y “cacharros” con los pequeños de todas las edades, es una retroalimentación para mi alma, mi carrera y para todos aquellos docentes constituidos como tal o aquellos que se encuentran a puertas de estarlo.

En mi trabajo, yo soy la mas nueva en este gremio, que por cierto y aquí entre nos (que sea un secreto) es bien fregado, y mi labor consiste (irónicamente) en asesorar y guiar a profesores que llevan años en el magisterio y obviamente años de experiencia en su labor docente; sin embargo, me he dado cuenta que a pesar de mis pocos y casi nada de tiempo en este mundo, mis experiencias en el trabajo de campo con los niños no se comparan con las vividas por los docentes con los que trabajo y que efectivamente a la hora de compartirlas con ellos, dejan callado a mas de uno. Podrá sonar muy sobrador, en verdad no estoy “echándome” flores, sino que simplemente veo y distingo que, el tiempo, no es un factor influyente en la educación y que mucho, menos define a un buen o mal maestro. Lo de bueno o malo, se lo coloca uno mismo.

No puedo creer que después de realizar las lecturas de los autores propuestos, uno por uno, me sienta tan identificada con sus planteamientos e ideas; pareciera como si ellos hubieran conocido un caso en particular que tuve la oportunidad de conocer y que no ha dejado de rondar mi mente mientras, durante y después de la lectura, precisamente por las coincidencias tan enormes. Es como si hubiera echo la practica y después de mucho tiempo, hubiera encontrado la teoría y la respuesta al por que.

Para hablar de Pedagogía social, la liberación del oprimido, paradigmas, etc., etc., basta tan solo con presentar una de las experiencias mas conmovedoras e impresionante que he vivido en mi labor docente, cuando aun estaba estrenándome como maestra; relatarlo es volver a vivirlo y muchas sonrisas se escapan cada vez que recuerdo aquel momento.

Hay varias cosas que uno cuando comienza a andar por el camino de la enseñanza uno supone que son; así como diría Covey, tenemos nuestros paradigmas y por lo general apuntan hacia un punto en particular que rechazo Freire la denominada por el “educación bancaria” y vertical donde solo el educador sabe y anula al aprendiz como un ser que vale y que también sabe. Solo lo que dice el libro es valido, la educación es estática o sea siempre se debe enseñar de una forma en particular, los contenidos deben ser fijos, la realidad no se reelabora y no debe existir ninguna clase de vínculo afectivo equilibrado entre el educador y el educando; son paradigmas mentirosos y caprichosos enraizados en mentes de aquellos docentes a los cuales y con todo respeto denomine “dinosaurios” y trasmiten sus “chocheras” de generación en generación de docentes que continúan perpetuando estos paradigmas seculares, acabando con las posibilidades de encontrar nuevas estrategias, métodos y elementos donde nadie, ningún niño o niña, adolescente u adulto sea catalogado como algún experimento raro, el mas lento, el mas tonto y mucho menos.

A pesar de querer luchar contra este batallón de “dinosaurios” y con las mejores “botas” e intenciones puestas, se debe reconocer que es difícil; entrar a este combate es cosa seria y más de uno queda noqueado de primerazo. Mas de uno se queda a la mitad del juego y prefiere unírsele al enemigo (por eso decía que este magisterio es fregado) y los que no se dan por vencidos, les toca lidiar con una batalla sangrienta y por lo general, solos; ¡a mi me toco así! Viví una dura batalla, pero gracias a ella, le debo mi experiencia y lo mas hermoso, mis anécdotas y recuerdos mas hermosos de mis primeros estudiantes que, mas que mis estudiantes, fueron mi escuela personal; en vez de yo enseñarle a ellos, ellos me enseñaron a mi que precisamente como dice Covey, las cosas para que funcionen como uno quiere se debe cambiar de “adentro hacia afuera”.

Yo llegue convencida a la escuela de una cantidad de paradigmas que tenia en mi mente; para mi, la escuela era un jardín de flores donde los niños eran callados, tranquilos y no me darían problemas, mucho menos los compañeros de trabajo y que mi trabajo tendría credibilidad. En ese momento, era docente de un piloto de una metodología especial para alfabetizar niños en situación de extraedad y mi misión era precisamente esa, alfabetizar esta clase de niños en tan solo 4 meses antes de que culminara el año lectivo. Era la primera vez en la cual seria responsable de un grupo de niños y además de comprobar la teoría acerca del método que íbamos a implementar. Era doble problema.

El método, completamente flexible y didáctico, en teoría era sencillamente espectacular y las cartillas, ni que decir; todo era perfecto según eso. Sin embargo los problemas comenzaron cuando comencé a buscar los niños para conformar el grupo. Tenia que dirigirme con las profesoras de primero y segundo de primaria (unos dinosaurios) las cuales en todo momento mientras me señalaban con el dedo me alegaban “ese niño no hace nada, solo darme dolores de cabeza” “ese niño tiene problemas, solo viene a pelear” “ ese niño es caso perdido, además es un grosero, no me lo aguanto, lléveselo”; cada vez que me aparecía por los salones, era un rosario de quejas y al mismo tiempo era como si se les hubiera aparecido una “santa” que acabaría con sus pecados del aula. Sin embargo por atrás decían “¿ella cree que va a a solucionar los problemas que nosotros en 20 años de experiencia en el magisterio, no hemos podido lograr?”

Finalmente, conforme mi grupo y efectivamente, muchos de esos niños y niñas señalados por las otras profesoras, terminaron trabajando conmigo; pero mis ojos estaban puestos en un niño en particular el cual seria mi “lastre” durante un tiempo en el aula; su nombre es Anderson Mosas y mas adelante se convertiría simplemente en Andy. El es un niño de 10 años en aquella época (2 años tras) y había repetido 4 veces primero. Era un niño rebelde, muy contestón, grosero y conflictivo. La profesora sintió un gran alivio cuando dejo de asistir a sus clases y para ella era “un caso perdido” “el niño que no hacia nada mas que pelear” y que la “volvía loca”. Efectivamente, los problemas fueron evidentes en tan solo la primera clase y yo no sabia que camino tomar. Era un niños con una personalidad contraria a lo que uno espera encontrar en un salón de clase; en ese sentido la ética de la personalidad en ese sentido nos grita que debe ser todo lo contrario, un niño tranquilo, pasivo, callado, respetuoso, etc. y de echo el paradigma grita que se supone que debería ser así y ante todo lo contrario, pues la situación se salió de control. El “efecto Pigmalión” empezó a cobrar vida; comencé a mirar al niño con la misma precepción que la anterior profesora y el cristal que estaba usando para observar la situación, me revelaba que ele niño efectivamente era literalmente el “diablo” y que no había nada más que hacer, que enviarlo de nuevo con su antigua docente. Por mas que trataba de lidiar con el, era imposible; era demasiado caprichoso, grosero, le gustaba hacer el desorden, sublevar a los demás y conseguía la revolución del grupo completo. Sin embargo, mis esfuerzos por cambiarlo seguían en pie y trataba por todos los medios de reconstruir en el, un niño diferente y que fuera aceptado por la comunidad educativa en general que lo rechazaba.

Yo era plenamente consiente de que el niño tenia acciones malas y que se debían corregir, mi mente y la lente con la que veía la situación me gritaban que hiciera con urgencia algo; intente de mil manera corregirlo, pero empeoraba aun más la situación; lo reprendía y varias veces opte por devolverlo definitivamente. No trabaja en clase y no sabia realmente ni siquiera lo que era una vocal y ni siquiera transcribía del tablero, en verdad era un niño analfabeta. El caos era impresionante, algo estaba mal.

Un día, opte por hacer todo lo contrario. Si no podía, me tenía que unir; sentí que tal vez la del problema era yo y que tal vez debía cambiar mi manera de percibir al niño y que tal vez las cosas así, mejorarían. Sentí que debía de dejar de prestarle atención a lo que los demás pretendía que hiciera con el, es decir, que lo convirtiera en el niño juicioso y amoroso que todos querían en la institución. De un momento a otro deje que el niño tranquilo, deje de recriminarlo y de regañarlo; lo cambie por palabras tiernas y gestos de afecto, no lo obligaba a nada y comencé a hacerlo sentir importante y capaz, aunque no mantenía muy pendiente de él. Le di un espacio y la confianza de que cuando estuviera listo para aprender me lo hiciera saber.

Deje de verlo con la percepción anterior del “niño terrible” y en cierto sentido, le comencé a infundir la seguridad de que yo creía en él y que era capaz por si solo de comportase como debía ser, aprender y muchas cosas mas. Ese “mapa” mental como lo denominaría Covey, que tenia sobre el modo correcto de cómo deberían de ser las cosas en la escuela y como debería ser el comportamiento de un estudiante cualquiera, estaba errado; había dado por sentado que las cosas que veía estaban mal y que no debería de ser así. Sin embargo, comencé a relajarme con respecto a lo que consideraba que estaba mal y empecé a ver la situación y las cosas de otra manera y de esa forma cambien mi forma de actuar, lo cual fue significativo y muy productivo. Al los pocos días, ya no me preocupaba tanto por aquel extraño y desactualizado paradigma que traía conmigo, donde yo era la que ponía las reglas, los niños tenían que estar callados y quietos tal cual como me toco a mi.

Poco a poco con el tiempo, comencé a darle mas espacio a los niños y al final eran ellos los que proponían las clases y así “todos con todos” y a partir de sus propias experiencias y como lo proponía el método que estaba ejerciendo en ese momento, aquellos niños y niñas relegados de la escuela tradicional, empezaron a creer en ellos mismos y lo que coseche, dio frutos. Mi relación con los niños era lo principal y el laso afectivo que se desarrollo con ellos fue increíble (relación fraterna) la cual en vez de excluirlos, los incluía en un proceso donde ellos ya no eran las victimas, sino que eran los creadores de sus propios aprendizajes y los principales actores en el proceso; ya no eran los niños y niñas “brutos”, “tontos” y “lentos” que la escuela había rechazado. Simplemente deje de “enajenarlos” de sus propios actos, pensamientos, juegos, risas e ingenuidades para que vivieran mi errado paradigma y el que la escuela de toda la vida pretende continuar perpetuando por medio de los “dinosaurios” de la educación.

Andy cambio de la noche a la mañana; cuando llegaba comenzaba a abrazarme y estaba mas tranquilo y calmado; constantemente me abrazaba y me decía que me quería mucho. Los besos y abrazos en la clase eran para nosotros cuestión de cotidianidad y para los niños y especialmente para Andy, fue la “aspirina” a la enfermedad que los otros profesores habían causado cuando con sus comentarios y actitudes hacia los niños, los habían relegado al fracaso, por física pereza a querer ponerle empeño y tener fe en ellos (sincera fe en los hombres).

Definitivamente, el paradigma con el cual llegue a la escuela, era el que me hacia actuar con los niños de la manera equivocada y estaba haciendo lo mismo que los otros profesores y no fue sino que lo cambiara para que mis actitudes y mi conducta cambiaran y gracias a ello, los niños estaban mejor que nunca. Andy, quien en un principio no trabajaba en clase, ya tomaba nota del tablero y me pedía que no borrara, me solicitaba ejercicios constantemente y era excelente en la matemática básica. El padre estaba aterrado del cambio de conducta de su hijo y por el me di cuenta que Andy no vivía con su madre y que casi todo el día permanecía solo en la casa con su hermano mayor mientras su padre trabajaba. De inmediato comprendo muchas de las actitudes de agresividad del niño hacia la otra profesora y a la falta de respeto hacia su autoridad y de nuevo el paradigma que tenia del niño rebelde y grosero se terminaba de disolver; al niño le hacia falta, en cierto sentido, aquella figura femenina que le hablara con cariño, lo tratara bien y en cierto sentido lo consintiera y lo dejara de recriminar. Había que “concientizarlo” como diría Freire, de quien era y de que era capaz de hacer si se lo proponía.

Después de ese día, miraba al niño con otros ojos y con aún más paciencia a pesar de que el niño ya había dado un cambio radical. Lo trataba con mucho cariño y respeto y lo incluía en todo lo que respectaba a la vigilancia y orden del salón; creía fielmente en el y que su lento paso en la clase, daría resultados cuando menos lo esperaba. Nunca lo presione para trabajar, el solito decidía si quería hacerlo o no. En este caso, Andy era el oprimido analfabeta de Freire y pedía a gritos que no fuera más excluido y quería superarse; era solo cuestión de paciencia y fraternidad con el niño. Pero eso no es todo, la “tapa” como dicen por ahí, fue aquel día en que mis ojos se encharcaron del la felicidad, fue el día en que Andy me enseño a mi.

¿Quién dice que los niños no saben? ¿Quién asegura que los niños antes de llegar a la escuela no saben nada? ¿Quién dice que sus experiencias no vales? ¿y sus contextos tampoco valen? Todo ese bagaje que traen del mundo que esta afuera de la puerta de la escuela, es que vale, el que les da esa riqueza imaginativa y el potencial para trabajar en clase y que mejor que trabajar en base a lo que ellos conocen, con un propósito y un sentido; no es el enseñar porque si, ni enseñar lo que dice el libro. De nada sirve enseñar a leer si no les enseñamos el sentido y el fin que tiene y por el contrario los aburrimos con la lectura de textos que no tienen nada que ver con su mundo; lo mismo ocurre con la escritura, de nada sirve enseñarla si no les mostramos el porque, para que y para quien escribimos. Las planas son la mejor herramienta para aburrir a los niños y para que comiencen una pésima relación con la escritura y por eso es que cuando los niños ya están grandecitos, y escriben reteñido, ensucian las hojas, las arrugan y no tienen ninguna direccionalidad, nos preguntamos ¿Por qué será? Si quieren la respuesta, vayan al jardín infantil mas cercano o al preescolar de cualquier institución y lo descubrirán.

El día más feliz de mi vida fué aquel, donde yo estaba sentada en un pupitre con Andy al lado trabajando. A el le encantaba sentarse al lado mío a trabajar y al mismo tiempo que los otros niños y niñas de la clase se arrimaban al pupitre a preguntar. Ya habíamos visto las vocales y Andy las conocía a la perfección (después de 4 primeros) y solo llevábamos trabajando un par de meses y nos encontrábamos trabajando con las consonantes. El ejercicio consistía en que cada estudiante debía elaborar su propio abecedario por medio dibujos que representaran cada letra del alfabeto. Los niños dibujan el carro en la C, un barco en B y así sucesivamente. Andy estaba feliz dibujando. Pasó por la A, por la B, la C sin ningún problema y estaba muy concentrado; cuando llego a la letra Ch, llego la pregunta más espectacular de toda mi vida… “profe ya llegue a la Ch, ¿dibujo un carro lleno de CHECHERES? No tengo palabras para describir lo que sentí en ese momento, al escuchar que un niño excluido por la maestra, completamente analfabeta y rebelde, me estuviera mencionando semejante palabra. La risa que me salió del alma, lo contagio a el y al resto del salón, los cuales también habían escuchado y era motivo de celebración, ya que para ellos mismos, era un gran avance el que cualquiera de ellos lograra la meta. Aplaudían y le daba palmaditas en la espalda. Guarde mi emoción y le dije que continuara y que el trabajo estaba perfecto. Andy continuo con sus dibujos, paso por la D y la E; cuando llego a la F, la pregunta fue mayúscula y ahí si no aguante mas… “profe, llegue a F, ¿puedo dibujar un FAROL? Los ojos se me encharcaron y lo único que hice fue mirarlo y abrazarlo muy fuerte. Después de un momento, lo felicite y le pregunte de donde había sacado esas palabras, de donde las había oído si en la clase, ese tipo de palabras no las usábamos en nuestro vocabulario cotidiano precisamente por el grado de dificultad que tiene una de ellas (CHECHERE) y la otra por su significado.

¿Será que después de esta experiencia, podre afirmar que la pedagogía social y liberadora, no existe y sobretodo, que no funciona? Anderson, como bien lo conté al principio, era uno de los niños excluidos de la escuela, el niño problema y el condenado a nunca aprender por profesores que tienen el paradigma de que solo unos pocos privilegiados alcanzan las metas y aprenden, mientras que los demás, son casos “perdidos”. ¿Por qué será que no podemos creer en algo que es intangible? ¿Por qué no creen en uno buenos resultados posibles, si nos lo proponemos? Los niños no son simples observadores en una banca en el partido de la educación, ellos son la razón de ser de esta y por ende, son los principales actores mientas que los maestros no decidimos a “pitar” las faltas y a ayudarlos a parar cada vez que se tropiezan en la cancha de juego. ¿Por qué los relegamos, los excluimos, no confiamos en ellos y por qué no les tenemos fe y paciencia?

Con mi anécdota solo pretendo mostrar una cosa, que las cosas son posibles y que todos los niños, cualquiera que sea su condición o edad, pueden aprender, si como maestros, nos proponemos a trabajar en equipo, cambiamos nuestros retrógrados paradigmas sobre la enseñanza y cambiamos la “la educación bancaria” que criticaba Freire. La educación y sus procesos no son privilegios de unos pocos ni muchos menos se encuentra en manos de los docentes, por el contrario, la educación debería ser el proceso más completo que debería ejercerse sobre el ser humano, no solo porque como tal, tenemos la posibilidad de conocer por nuestras propias experiencias y aprender, sino porque además, contamos con la posibilidad de aprender y retroalimentarnos en equipo, con paciencia, fe y fraternidad.

Al final, aprendí precisamente que la educación y los conocimientos, no están solamente en las manos del docente y que al contrario los niños tienen muchas sorpresas guardadas para compartir con nosotros si se los permitimos; ellos están a la expectativa de encontrar en todo momento esa posibilidad, ese sagrado momento de poder expresar lo que saben y demostrarnos a nosotros los “grandes” que ellos si saben muchas cosas.


martes, 14 de abril de 2009

!Los cuentos infantiles son un disfraz de la realidad!

En un principio, al iniciar mi propuesta pedagógica y personal de este blog, inicie con una analogía bastante particular y extraña tal vez para muchos, entre los cuentos infantiles y la educación; y no me refería precisamente a que con los cuentos, los “profes” trabajamos en el aula, sino a que así como hay cuentos muy lindos, tiernos, vistosos, coloridos y de todos los tamaños, en todo tipo de papel y con finales espectacularmente deliciosos para los niños y niñas que los leen así como para los adultos que los acompañan en sus momentos de lectura, en el sentido de la felicidad y la diversión, también hay unos en los cuales a pesar de ser muy gráficos y coloridos con unas ilustraciones muy divertidas, terminan con el final menos inesperado: con un final triste o desconsolador.

Para los niños que los leen, se convierten no en un cuento cualquiera que tienen la oportunidad de leer, sino que se convierte en un espejo de su situación. Para los adultos una puerta a un mundo desconocido de preguntas sin respuestas donde a diferencia de los niños y niñas que solo ven uno, hay un laberinto de espejos que nos muestra los diferentes espacios escolares donde cometemos ciertos “pecadillos” con los pequeñitos y nos refleja como digo yo “cuchucientas mil” situaciones diversas donde terminamos haciendo lo mismo que plantea el libro con el final triste o a veces espantoso, pero que a la hora de la verdad y en el campo de acción diario, se nos convierte en una rutina.

Si hay algo hermoso en esta vida y que doy muchísimas gracias por existir es a la palabra escrita o lo que denominamos comúnmente escritura. Antes de los Fenicios, existían solo los pictogramas que eran dibujos esquemáticos con un significado convencional que representaba cosas o hechos concretos que al evolucionar con los Chinos se convirtieron en ideogramas ampliando el repertorio dela escritura combinando signos con cosas en particular; cuando llegaron los Fenicios delinearon las letras donde a los pictogramas les colocaron figuras especificas que con el contorno de estas definía la letra (por ejemplo la A viene de “Aleph” que significa buey y de su pictograma se reconocen los cuernos invertidos de la A mayúscula), después consolidaron los silabarios, llegaron los Griegos con las vocales, después vino la preocupación por la legibilidad, la script o la cursiva…etc., etc., etc. que al final se convirtió en la escritura, la cual es, un lenguaje mas para comunicarnos y que gracias a ella y a la imprenta existen cualquier cantidad de libros y textos en los cuales podemos comunicar algo a alguien sin necesidad de tenerlo en frente y que nos escuche o vea.

Pero lo mas importante y valioso, es que por medio de ella, le damos voz a lo que pensamos, a lo que sentimos y percibimos del mundo que nos rodea o de uno imaginario; por medio de la escritura le damos vida a situaciones particulares que tal vez, nunca nos atreveríamos a decir de manera verbal; es ahí donde la escritura y el genero literario de los cuentos infantiles desempeñan su papel; por medio de ellos, los niños y niñas, además de darle rienda suelta a la imaginación, describen sentimientos y contextos que tal vez nunca nos contaran en el aula ni en la escuela. He ahí la importancia de la escritura desde muy pequeñitos sin dejar de lado la lectura quien es la nos abre las puertas al conocimiento.

Hagan el ensayo en sus aulas, propongan momentos donde los niños escriban sobre algo en especial; si quieren saber acerca de la misteriosa vida de algún pequeñín o pequeñina de la cual no saben nada de su vida, de sus padres o de sus pasado, póngalos a escribir y verán que sin necesidad de escribir paginas enteras llenas de letras o palabras, hasta solo con los dibujos, entenderán mucho mas de lo que se esperaba. ¡Los cuentos infantiles muchas veces son un disfraz de la realidad!

Mas adelante les contare de Bernardo….

martes, 31 de marzo de 2009

frases y mas frases...

"El modo en el que vemos las cosas son la fuente del modo en el que pensamos y del modo en el que actuamos"
Tomado de: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Autor: Sthepen Covey

!Una frase para recordar día a día en nuestra labor!

"Me gritas tan fuerte en los oídos que no puedo oír lo que me dices"
Emerson.
Tomado de : Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Autor: Stephen Covey

miércoles, 25 de marzo de 2009

Una ocasión para recordar ( una inaugurada como profe)



Eran las 12:30 p.m. de una tarde del mes de Abril del año 2007 (nunca se me olvidara ese día) cuando llegue al colegio y los niños andaban más alborotados que nunca con la idea de la piscina a la cual iríamos esa tarde junto con los demás niños y niñas de la institución. El polideportivo del barrio donde se encontraba la escuela, había ofrecido una tarifa muy económica para que los estudiantes de la institución pudieran gozar de una tarde de ejercicios y de mucha agua. Yo apenas acaba de recibir mi cargo hacia 1 mes largo para atrás, y la experiencia era completamente nueva para mí: los niños, los otros docentes, la escuela, los padres, las quejas, etc. Ese día, estaba mas asustada que nunca… “¿agua y niños pequeños?... eso es un caos, esa combinación no me suena” pensaba yo.

A la 1: 00 p.m. llegaron los recreacionistas del polideportivo que nos iban a ayudar a llevar los niños hasta allá por que había que trasladarlos a pie por el barrio. Yo andaba aterrada con la idea. Era la primera vez que yo salía del colegio con niños que no eran míos y a una piscina. La noche anterior no pegue ojo, pensando en que podría pasar si Dios no lo quería, algo salía mal.

Después de organizar a los niños en filas, salimos del colegio. Yo andaba con el refrigerio de ellos en la mano y tras de ellos vigilándolos que nos se me fueran a bajar a la calle. A la 1:20 p.m. llegamos al Polideportivo, después de caminar por en medio de un montón de calles llenas de negocios y de tiendas de toda clase, estilos y tamaños; un mini “centro”… me encontré por detrás del colegio.

La llegada al “Poli” fue un caos ya que los niños querían meterse de una la piscina y primero teníamos un homenaje a la bandera. En el kiosco y con mucho ayuda, organizamos a los niños y le rendimos homenaje a la bandera. A eso de la 1:50 p.m. el director del evento, dividió los salones con sus respectivos dinamizadores de actividades y comenzamos a sudar todos: los organizadores, los recreacionistas, los niños…y yo…no podía faltar yo! La recreacionista que le tocó a mi grupo, no se los aguantaba y a cada rato me pedía ayuda para acomodarlos de nuevo. Mire a mi alrededor y vi a las maestras y a la coordinadora sentadas bajo un árbol, riéndose y charlando. Al parecer mi recreacionista no era la única que tenia problemas; todos los demás tenias dificultades con los grupos, pero como no habían maestras por ahí les toco “bandearse” solos.

A las 2:00 p.m. llego el caos total…los niños iba ya a meterse a la piscina y todos andaban ya en vestido de baño; medias, zapatos, pantalonetas, sudaderas y camisetas de uniforme, volaron por todas partes ya me lo suponía que a la hora de volverse a vestir el caos seria peor. Antes debían hacer un calentamiento previo y los pusieron a bailar reggaeton. Hay si no tuvieron problema y bailaron hasta caer rendidos.

A las 2:30 p.m. se dio la orden y todos al agua fueron a dar. Yo andaba detrás de los míos y mas nerviosa que nunca vigilando que no se me fueran a pasar a la piscina de adultos y que no se me fueran a lastimar ni a correr mojados; fue lo primero que les advertí. Pero no fue sino que diera media vuelta para que el accidente que había anticipado pasara y preciso a una de mis niñas; por andar corriendo mojada por el borde de la piscina, se resbalo y se cayó. Yo salí corriendo a recogerla al escuchar sus gritos, pensé que por la naturaleza de la caída y del rebote de su cabecita sobre el pavimento, la herida seria grave… “ahora si, me metí en un lío” pensé, “me van a llover demandas, quejas y hasta la policía me van tirar”. No sabía que era peor, verme encerrada, declarando en la fiscalia, o ver el “traque” que tenia la niña en la cabeza. Me imaginé lo peor. En el fondo yo estaba tranquila por que un accidente lo tiene cualquiera y mas una caída de esas, pero dado en el sitio donde yo estaba laborando el ambiente no era precisamente el de comprensión. Recogí a la niña en medio de un poco de maestras que habían acudido también; la revise y afortunadamente del chichón, no pasaría. La acompañe a buscar hielo y a sentarla en medio de su dolor. El recreacionista coordinador me ayudo a sentarla y por el micrófono hizo lo que ninguna maestra hizo con sus alumnos, decir que por favor no corrieran por los bordes de la piscina mojados por que se podían caer. Al rato mi niña volvió a la piscina y yo detrás de ella más pendiente que nunca.

A las 4:00 p.m. y mientras las maestras seguían debajo del árbol conversando de la vida, sonó un pito para sacar a los niños de la piscina para vestirse he irnos. Como era de suponerse, no falto el “!profe no encuentro…mi camisa, mi pantaloneta, mi media, mi zapato!” fue el caos total y yo como la mamá de los pollitos andaba detrás de ellos ayudándolos a buscar sus ropas y que no se me fueran a perder. Revise a mi niña y vi que el “chicho” era muchísimo mas evidente y grande. Ahora lo único que me faltaba esperar, era a que me llegara la policía a mi casa o una citación. “Me van a regañar y mi mamá me va a pegar, profe…a mi mamá no le gusta que me caiga y siempre me lo dice…que no me caiga” me aterre al oír las quejas de la niña “pero nena, ¿como tu mamá te va a pegar por que te caíste?” “es que acaso ella no sabe que tu eres una niña y que las niñas se caen…eso es normal, ¡es un accidente!” le decía yo.

Ahí fue donde me asuste mas…no solo por lo que me podía pasar, sino por que recordé que al parecer la madre de la niña era bastante estricta y varias veces he recibido quejas por parte de la pequeña por que la mamá le iba a castigar por que se ensució el uniforme, se le perdió el lápiz, una crayola y hasta por que se cae y se lastima. La niña llora mucho en estos casos y a mi me pone los nervios de punta como en el caso de ahora por ejemplo. Pero lo que mas me ha puesto a pensar es que al parecer, los padres han incrementado los castigos y maltratos a sus niños por simplezas y cosas normales en el comportamiento de un niño, como por ejemplo por que se ensució (…pero si estaba lloviendo) por que se le rompieron los zapatos (…de viejos) o se le perdió un lápiz (…pero estamos hablando de niños pequeños y de la escuela) ya que no solo ella me cuenta entre lagrimas esta clase de situaciones que se presentan con sus padres.

Es cierto, los padres me han manifestado continuamente sus gastos en 2, 3 o hasta 5 lápices en una semana pero ¿que pueden esperar? Les digo yo… “estamos en la escuela y ellos no trabajan solos, están rodeados de niños por todos lados, eso es normal…”, pero que los castiguen o los reprendan por eso, si me parece que se sale de contexto.

Aquí vuelvo a poner en juicio la labor del maestro: ¿Dónde queda la enseñanza de los valores desde pequeños? Y después preguntamos ¿! Por que los niños no respetan lo ajeno, a los adultos ni a ellos mismos!? Es por eso que en las clases se debe ser enfático en esa parte, en el respeto por los demás y sus cosas, a cuidar, a respetar a sus compañeritos y a ser niños responsables. Constantemente trabajar cuentos y relatos basados en los valores para contextualizar a los niños y trabajar con ellos en base a una situación significativa es algo bien interesante y una manera divertida, contextualizada y eficaz para trabajar estas situaciones, y no se limitarse a enseñar lo encasillado del currículo planteado por la institución. Es nuestra labor, buscar siempre las estrategias, dinámicas y didácticas que mejor se amolden a nuestras necesidades en el aula.

Definitivamente, esta clase de experiencias, entre otras tantas mas, son las que le ponen ese “picante” a nuestra labor; estas son las anécdotas que nos hacen pensar en lo mucho que vale la pena este trabajo y que si uno no lo amara tanto, no estaría todos los días expuesto a esta clase de “fiascos” risibles.



Les recomiendo, si algún día se quieren reir de lo lindo y con muchas ganas, hagan el ejercicio de sentarse por un rato a recordar; les aseguro que si antes de eso, no le encontraban sentido a nada, después se sentiran los seres humanos mas completos del mundo entero, porque desde nuestra posición y labor tenemos la posibilidad de hacer el cambio.

sábado, 21 de marzo de 2009

¡Nuestro héroe!.. ¿Desfigurado?


Durante mis visitas a los colegios en el desarrollo de mi trabajo como tal, no he podido dejar de “invocar” en mi mente y durante repetidas ocasiones, un libro llamado “Nuestro Héroe Desfigurado”.

Si lo vieran, es solo un librito negro pequeño, que ha simple vista parece insignificante, sin ninguna importancia y sobretodo, parece que no sirviera mas que para mirarlo y dejarlo a un lado en una tienda de libros. Es que es verdad, cuando uno lo ve en una librería, le parece inútil al lado de otros, ya saben, como los Gabriel García Márquez, Fernando Savater, Ágata Christie, Oscar Wilde…entre otros.

Este “insignificante” librito, terminó en mis manos hace ya algunos años atrás gracias a uno de mis maestros, en ese entonces, de la clase de “Sociedad y Educación”, ya que fue una de sus recomendaciones bibliográficas para el curso. Lo que más me llamo la atención, su costo, valor o precio, de tan solo de $ 2.000 (como dicen en los buses). Todavía no puedo creer como un libro de estos, de una prestigiosa editorial y que no es pirata sea tan económico…ojala todos fueran así, mejor dicho, ojala la educación de hoy en día fuera mas accesible.

Pero dejando de lado todo esto, entremos en materia de una vez. Me imagino que alguna curiosidad deben tener acerca de este misterioso libro después de tanto mencionarlo entre otros, en todas partes y a cada rato.

Primero que todo, debo darle el crédito no solo a mi maestro por la recomendación, sino también, siento que debo darle las gracias al escritor por haber escrito esta joya de libro. Un libro en el que menciona paso a paso las vivencias de un pequeño niño de Seúl (Corea), que se ve obligado a abandonar una prestigiosa escuela allá, para terminar sus estudios en una simple escuela provinciana, que no tiene punto de comparación con la anterior, no solo por su arquitectura, sino también por los alumnos y sobretodo los maestros. El escritor, Yi Munyol, es prácticamente desconocido en nuestro medio, pero es uno de los escritores de mayor trascendencia en su natal Corea del Sur. Sus dos grandes obsesiones, la libertad y la tiranía, son sus principales temas recurrentes en sus obras, como esta demostrado en esta en particular.

Gracias a este, volví a sentir lo que se siente estar en medio de la tiranía, el abuso de poder y autoridad, no solo por parte de los maestros que muchas veces son los culpables de la subyugación y sumisión de sus alumnos, sino también de los mismos alumnos contra los mismos compañeros y hasta de los padres, los cuales muchas veces se hacen los de “la vista gorda” y dejan lidiar a sus hijos una penosa y tortuosa batalla, cuando tienen problemas en el colegio, ya sea con un compañero o con uno de sus maestros.

Este libro relata, detalle a detalle las situaciones y momentos de sufrimiento que este niño debe enfrentar en su nueva escuela, soportando la tiranía del “jefe de la clase”, o sea el más grande y fuerte de todos sus compañeros. Pero lo mas triste de todo es que el maestro brinda todo su respaldo y apoyo a este, al jefe, ya que según él con este, la clase es la mejor de todas…tal vez si, superficialmente, claro, pero que hay detrás de toda esa belleza y perfección de clase…abusos, puños, robos, sumisión, subyugación y tiranía.
El pobre pequeño que se encuentra en medio de este mundo de tiranía, decide comenzar una batalla por la justicia y la equidad, para desenmascarar al jefe y sacar a relucir delante de su maestro todas las fechorías de este, buscando obviamente apoyo no solamente de sus compañeros y de su maestro, sino también de sus padres, encontrando nada mas que soledad. Su maestro nunca le creyó, sus compañeros nunca lo apoyaron por miedo a las represalias del jefe y sus padres le dieron la espalda también, supuestamente porque tenía que ser valiente y fuerte.

Al fin, cuando este pequeño, decidió por fin someterse al las reglas del jefe para ser aceptado, a pesar de estar en contra de esta clase de dictadura, cambian al maestro, y es remplazado por uno mas intuitivo y perspicaz quien de inmediato nota que hay algo diferente en esa clase, logrando al final, desencubrir al culpable de todo este caos.

Pero…¿Que es lo que tiene que ver este libro con lo que he visto en los colegios? ¿Qué tiene que ver con la educación actual impartida en las escuelas? pues déjenme decirles que mucho, y ojo, lo he visto bastante, tanto que puedo decir que es como “una enfermedad crónica” entre los estudiantes. Es preocupante. He podido observar durante muchos momentos en las escuelas y en diversas situaciones, la mala forma en que se emplea la fuerza, el carácter o el tamaño. Situaciones donde claramente, se nota de lejos quien es el del poder y quien es el subyugado; es típico, el mas grande con cara de que no estudia sino que va al colegio solo a hacer vida social, parando, empujando al mas inteligente que por encima se le ve también, para quitarle algo (una hoja) que le puede servir para su beneficio estudiantil, pero como no le sirve, simplemente se lo tira en la cara y sigue con lo que estaba haciendo. Cosas como estas y muchas mas…No falta el que por ser el mas alto del grupito, se cree superior y el rey del “parche” teniendo a sus compañeritos de “súbditos” quienes le siguen y le aplauden hasta la situación mas ridícula, pero como es el “jefe”, el mayor, el de mas edad de pronto, o quien sabe, hasta con mas temperamento que los demás, hay que celebrarle, para no ganarse un insulto o un empujón. O sea, que como quien dice, es mejor “estar en la rosca”.

Cuando estudiaba tuve una experiencia similar con unas compañeras repitentes en grado séptimo. Y tal cual como le dije, se veía a kilómetros, quienes mandaban y quienes, con la cabeza abajo, obedecían cuanto ellas ordenaban. Eran mucho más altas que las demás y para juntarse con ellas había que andar como una andrajosa, sin peinarse, la falta muy arriba y arrastrar los mocasines del uniforme. A mi me la “montaron” literalmente colocando un apodo que nunca se me olvidara y hasta canción se inventaron, canción que me acompaño por un largo periodo. Era tan denigrante y tan humillante que me rendimiento académico comenzó a bajar…Todas mis compañeras de clase eran atacadas por las burlonas de la clase. Llegó un momento que me rehusé en volver al colegio. Afortunadamente cuando ya no podía mas, le conté mi situación a mis padres quienes me comprendieron y fueron directamente a ver a mi maestra, la cual tomó cartas en el asunto y corrigió a estas niñas. En este momento agradezco infinitamente lo que hizo mi maestra por nosotras y santo remedio, nunca mas nos volvieron a molestar. Bueno, en ese caso sirvió, pero ¿en los que no sirve de nada porque ni los docentes ni los padres hacen nada o muy poco, que?

No solo esto me toco vivir en mi época de colegiala, al contrario de las acciones buenas que un maestro puede hacer por sus alumnos queridos, tal cual como o mencione anteriormente, también existen los que calificó como “tiranos”. Hasta hace unos años podía decir que en mi vida había conocí solo a una, pero ahora… se multiplico el numero. Y esa una si que marco mi vida, y si supiera el daño tan grande que me hizo…o mejor dicho si los maestros supieran el daño que le pueden llegar a hacer a un alumno, por causa de su abuso de autoridad o de poder, estoy segura no lo harían. Antes de cualquier cosa, los maestros deberían de entender que deben ejercer una labor ética y no destructiva. Es cierto que hay que tomar a veces correctivos, pero ¡cuidado! cuidado con la clase de correctivos que imponen.

A los 7 años de edad, tuve una maestra, que obligo a todas mis compañeras de clase, a que no me hablaran por ningún motivo durante todo el día…Simplemente porque haciendo una actividad en grupo, tuve una diferencia con mis compañeras quienes fueron donde ella a comentarle lo sucedido y además a lanzarme calumnias de cosa que yo ni siquiera había hecho o dicho. Cuando esta comenzó a comentar el problema con la clase, yo simplemente hice como si me estuviera tapando los oídos, porque la verdad no soporte que hablara de mi esa forma, demostré que simplemente no me importaba y ¿que recibí…? lo único que me gané de castigo, dizque por grosera, fue eso, que no me hablaran en todo el día. Ese día todas mis amigas me ignoraron y me rechazaron. Nunca olvidare ese día, fue uno de los días mas oscuros y tristes de toda mi vida infantil, no se alcanzan a imaginar lo que sufrí ese día sin poder jugar, reír o hablar con nadie, hasta hoy que me acuerdo de ese día; es un dolor que instantáneamente aparece. Hoy me pregunto que ya soy mayor ¿como esa señora, fue capaz de hacerle una cosa de esas a una niña de tan solo 7 años, quien no sabia nada de la vida y mucho menos que no sabia defenderse contra un castigo tan cruel como ese? ¿No es esto un abuso? ¿Acaso esa señora, no se aprovecho de las circunstancias?. En cuanto a lo que respecta a la profesora, no puedo decir que recibió su castigo, desafortunadamente, esta estaba haciendo un reemplazo a mi jefe de grupo y yo por miedo a que mis padres me reprocharan mi comportamiento, ya que hasta culpable me llegue a sentir, no les conté nada, sino días después que la profesora ya se había ido y eso, ya que me sacaron la verdad debido a que mi comportamiento había cambiado drásticamente, mantenía muy triste, callada y me había retraído mucho. Obviamente cuando mis padres se enteraron se encolerizaron y fueron al colegio, pero como les conté, la señora ya se había ido… ¿Por qué no hable, cuando tenia que hablar? Por el típico miedo a los “adultos”.

Definitivamente no lo olvidaré, es un dolor que creció conmigo y creo que ni por toda la felicidad que la vida me ha dado hasta hoy, se ira. Es algo que marco mi vida y hoy pido a gritos que esta clase de abusos se eviten en los colegios.

De esto, como anteriormente lo mencioné, hace también alusión el libro y la moraleja es bastante clara “cuando el rió suena, es por que algo lleva” y no siempre tienen que ser piedras. Creo que para un maestro lo principal que debe tener, además de una paciencia infinita y de mucha pedagogía para enseñar, es el poder de el análisis, el poder de escucha y sobretodo tener hacia sus alumnos, mucha confianza. Deben estar dispuestos y prestos cuando ellos los necesiten. Ustedes, nosotros los maestros en general son como unos segundos padres (prestados) en un hogar al que conocemos como escuela. Por favor, nunca les den la espalda por muy graves e incrédulas que resulten las situaciones.

En cuanto a lo que respecta a los estudiantes con delirio de superioridad, como vemos es un problema que a ha trascendido en el tiempo y creo que es muy necesario que los maestros estén un poco mas pendientes; no solo es necesario que estén al día con sus clases, es fundamental también que se involucren mas con los estudiantes, no digo que sean grandes e íntimos amigos, pero si por lo menos que a las horas de recreo estén por ahí, listos a reaccionar contra situaciones injustas como las que he mencionado anteriormente o contra cualquier otra situación. Desafortunadamente, siempre que he presenciado una situación de estas, lo curioso del caso es, nunca he visto a un maestro cerca o pendiente patrullando el recreo, ¿no será por que el tinto esta muy bueno en la sala de profesores?

Hoy en día hemos desfigurado por completo el significado de héroe. Antes el héroe era aquel que hacia valer la justicia para con los demás, lo equitativo y lo democrático, que peleaba por causa justas y a favor de los menos favorecidos, para defender la tiranía y el abuso…Por eso, por tener esa valentía de enfrentar las mas difíciles circunstancias y situaciones, llevaba el titulo de héroe. No como hoy en día que héroe es sinónimo de abuso y de poder mal empleado.

Fundamental maestros, debemos dar el ejemplo a los estudiantes o sea que debemos comenzar por cambiar ciertas actitudes. Recuerden que ser maestros significa “enseñar” y que mas que con el ejemplo de nosotros y de todos en general. Considero que tenemos mucho mas trabajo del que creemos. ¿Qué hacemos desde nuestra posición para evitar esta clase de situaciones?


viernes, 20 de marzo de 2009

Los cuentos infantiles


Se, que cualquier persona ajena a este gremio (que por cierto, es bien fregado) o incluso perteneciente a el, se cuestionara el por qué del nombre de mi Blog y el por qué de la analogía que presento entre los cuentos infantiles (bien sea con finales tristes o felices) y la educación. Precisamente por esa razón es que en este espacio deseo poco a poco, contarles acerca de aquello que significa la labor que se llama Educar desde mis experiencias y perspectivas. Desde mi trabajo, aprendí que no hay cosa, artefacto, juguete, objeto o como lo quieran denominar que un cuento infantil; para mi representan el medio de expresión mas tangible de lo que significa ser niño y todo lo que se afronta durante esta etapa ya bien sea en la escuela, con los maestros o con la familia. Son la herramienta más eficaz para enseñarnos no solo a soñar o imaginar, sino a enfrentar lo que se siente ser un niño otra vez.

Mi experiencia es más bien corta, pero a su vez muy enriquecida con cualquier cantidad y clases de situaciones muy lindas y satisfactorias, así como aquellas otras no tan hermosas, con las cuales un maestro se encuentra en aquel contexto denominado "Escuela", "Colegio", "Institución Educativa", etc.

Al comenzar mi Licenciatura en Educación Básica, yo era una de las que pensaba fielmente que la labor de la enseñanza, además de noble era la mas feliz por estar el maestro rodeado todo el tiempo de esas personitas maravillosas e ingenuas llamadas "niñ@s"...que la educación era un cuento de final feliz, donde los niñ@s iban a un sitio llamado Escuela a aprender cosas, algunas divertidas otras no, cosas útiles e inútiles y además a jugar y gritar sin descanso. En ese momento no pensaba en los cuentos aquellos de finales tristes, para mi solo existían en mi mente los cuentos de hadas (si, ya sé a lo mejor muchos de los que están leyendo esto, estarán diciendo: "jaja, mucha ilusa, mucha...) pero sí, pague como quién dice por ahí la "primiparada" y poco a poco comencé a conocer más de este nuevo mundo y obviamente trabajando con niños y en la labor que desempeño no solo como docente sino como asesora pedagógica, pues mi conocimiento literario, sobretodo en la literatura infantil se comenzó a ampliar cada vez mas y mas permitiéndome conocer, aquellos textos infantiles con aquellos finales inesperados de los cuales uno nunca se imagina que va a encontrar. Por lo general, siempre que mencionamos la palabra cuento infantil, recordamos a Caperucita, Los tres cerditos, Blancanieves, etc. donde por lo particular tienen su final feliz, pero nunca se nos viene a la mente que exista o pueda existir un cuento con un final un poco mas variado, inesperado y fuera del común; se supone que si es para niños debe ser bonito, entretenido, alegre y con situaciones bonitas y fantasiosas… lo curioso es que “toda regla tiene su excepción”. Los cuentos mas allá de contarnos una narración cualquiera que sea, posee no solo para los niños sino también para los adultos, grandes enseñanzas y moralejas, que no son tan fáciles de ver a simple vista, pero que apasionándose por ellos y divirtiéndose con ellos, desde la portada hasta la contraportada, nos muestran las diversas caras de la moneda y se asemejan muchísimo a la realidad en la que viven los niños. Un cuento es el mismo mundo de los niños pero disfrazado con personajes y situaciones fantásticas, que les permite a ellos comprender de manera más exacta el funcionamiento del mundo que los rodea y les posibilita identificarse con ellos… ¡los niños le devuelven la voz al cuento!

Por eso ahora lo afirmo, la educación es como los cuentos infantiles... a veces feliz, muy bonita, otras veces triste, lamentable, irónica. Pero no se preocupen, mas adelante les contare más acerca de esto y obviamente si necesitan una recomendación en especial sobre literatura infantil, con mucho gusto

Ojalá mis experiencias logren despertar en ustedes, compañeros, docentes, amigos, padres, etc. el verdadero sentido de enseñar pero sobretodo ¡EL VALOR TAN INMENSO QUE TIENEN LOS NIÑ@S Y QUE TODOS, TODOS, INDIFERENTEMENTE DE QUIENES SEAMOS Y EN LO QUE NOS DESEMPEÑEMOS, LO OLVIDAMOS EN TODO MOMENTO, EN CUALQUIER ESPACIO, EN CUALQUIER LUGAR Y CONTEXTO!